Por Gerardo Romo///Semillero65
Zacatecas,(21-Enero-2024).-Para Lety la vida y su recién iniciada etapa de la vejez se resumen en una palabra: color.
Sus colores, los plasma en finos bordados en hilo que le dan forma a bellas mariposas, renos e imágenes como el Sagrado Corazón y un rostro de Jesús que de tan bien que le quedó se lo compró un tatuador. Quizá esa creación sirva de inspiración y quede para siempre en la piel de algún cristiano.
Lety, como le gusta que la llamen emprendió junto a su hijo un negocio en el que ella vende sus creaciones ( a 100 o 150 pesos) y él, miel de cítricos, cactáceas, calcetas y cosas para jóvenes en el Bazar Alameda, al que llegaron en estos tiempos de pandemia por la covid-19.
También teje bolsas, gorros, guantes, pulseras y si le piden un suéter, lo puede hacer con gusto.
El emprendimiento se llama LUMA en honor a Lucas y Mateo, sus nietos.
Lety aprendió a tejer viendo a su madre, quien era tan talentosa que le hacía sus vestidos a mano, sin máquina y si con mucha creatividad y dedicación
Hoy sentada en una de las bancas de la Alameda hace lo mismo. Para ella cada puntada es una forma de introspección a la que llega sólo con respirar lenta y profundamente a manera de disfrute, “es mi terapia ocupacional”, dice sonriente.
Debajo de sus lentes hay una mirada tierna, profunda, vivaz, de pronto, una joven interrumpe las puntadas de Lety sobre su tejido para preguntarle, luego de echarle un rápido vistazo a su puesto, ¿tiene insta?, ¿redes sociales? “No hemos tenido tiempo para eso”, le responde de botepronto con calidez.
“Me encanta trabajar con los colores, son esenciales para la vida del ser humano tenemos un sol un cielo, tan esplendorosos… quien no lo ve se pierde de algo majestuoso”, dice
Ella tiene 66 años, es maestra normalista desde hace más de treinta y continúa dando clases de educación continua en Prepa cuatro de la Universidad Autónoma de Zacatecas en grupos donde igual conviven jóvenes, personas de 40 años y adultos mayores.
Lety tuvo la fortuna de conocer y convivir con sus bisabuelos y bisabuelas, de ellos aprendió la importancia de la cohesión familiar que significa ayudarse, mantenerse unidos “aunque duráramos mucho tiempo sin vernos, cuando nos reuníamos en familia parecía como si nunca nos hubiéramos separado”, cuenta.
En medio de la relajación de una tarde soleada de sábado en tiempos de frío Lety recuerda lo que le contaba de niña su bisabuela Pomposa “Yo viajaba de Loreto a Zacatecas en caballo durante ocho días para recoger frijol”, le decía. Esas cabalgatas en las que cargaba un pedazo de cosecha, la hicieron comerciante.
Lety nunca pensó ser comerciante al igual que Pomposa, su bisabuela, pero sigue sus pasos, la guía de sus ancestras.
“La vejez no es impedimento para disfrutar la vida”, afirma alegre y con esperanza de poder seguir pintando su vida y la de otros con muchos colores.
