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Polvo en el viento 

Gabriel Páramo ///Semillero65

Ciudad de México,(01-01-2024).-En el viaje de la vida, un viaje solo de ida, no hay que olvidarlo, cada arruga, cada cicatriz, cuenta una historia única, un testimonio grabado en nuestra piel y nuestra alma que refleja las experiencias vividas, los sueños cumplidos o no, los caminos recorridos... Las líneas alrededor de los ojos pueden narrar las risas que me brindaba alguna broma con mis hijas hace ya tres décadas o más, mientras que las marcas en las manos pueden hablar de los desafíos superados. Así, conservo una cicatriz en la palma de la mano que evoca un paseo en Guadalajara, hace poco menos de medio siglo, en el que me corté con una roca que, mi hermano Eugenio y yo estábamos seguros que se había formado en época de los dinosaurios. 

En la acumulación de las décadas, la tecnología se presenta como una fuerza poderosa que moldea nuestra realidad; a mí no deja de asombrarme, y soy asiduo usuario, el poder de internet para la búsqueda de datos, o las maravillas de la inteligencia artificial en la exploración de posibilidades de creación y generación de ideas. De ese modo, los más jóvenes se sumergen en un mundo digital, donde la conectividad instantánea y la información al alcance de la mano definen su experiencia, y aquellos que vivieron una época anterior pueden encontrarse lidiando con la transición a una era digital. La brecha tecnológica puede manifestarse cuando alguien de mayor edad descubre las maravillas de las videoconferencias o aprende a usar redes sociales, ilustrando la dualidad de la tecnología como puente y barrera generacional. 

En el transitar de las estaciones de la vida, la añoranza se manifiesta en recuerdos que actúan como un portal hacia el pasado. Una simple foto tomada casi por casualidad puede convertirse en una máquina del tiempo, transportándonos a momentos que parecen haberse desvanecido en el viento del tiempo, el mismo que cantaba Kansas cuando decía I close my eyes/only for a moment and the moment’s gone/All my dreams/pass before my eyes/a curiosity/Dust in the wind/All they are is dust in the wind*. 

Así, la imagen de un atardecer en la playa durante unas vacaciones familiares puede desencadenar una ola de nostalgia, recordándonos que nuestra identidad se construye sobre los cimientos de nuestras experiencias pasadas, por lo que tanto miedo nos causa el miedo a perder la memoria, porque sin ella dejamos de ser. 

Sin embargo, en medio de la melancolía, el deseo de vivir plenamente en el presente surge como un imperativo avasallador. Muchos, a pesar de las limitaciones físicas que conlleva la edad, nos embarcamos en proyectos creativos, demostrando que la pasión y la curiosidad no conocen límites temporales. La tecnología, en este contexto, puede servir como una herramienta que facilita la exploración de nuevos horizontes, conectando a las personas con oportunidades y comunidades en cualquier etapa de la vida. 

En este tejido entrelazado de edad, achaques, tecnología y añoranza, cada elemento contribuye a la riqueza de nuestra existencia. Así, el deseo de vivir plenamente se convierte en el hilo conductor que une las experiencias, creando un tapiz intrincado que refleja la complejidad única de cada individuo y de la condición humana en su conjunto. 

Cierro los ojos, solo por un momento, y el momento se ha ido. Todos mis sueños pasan frente a mis ojos como un rareza. Polvo en el viento, todos ellos son polvo en el viento. Kansas (K. Livgren 1977)
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