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“Vida, estamos en paz”, una obra para despertar sentimientos dormidos ante el envejecimiento

Por Gerardo Romo/// Ágora Digital

  • La Casota de Zapata Teatro iniciará clases el mes de septiembre los martes y jueves de 17:00 a 19:00 horas, pueden inscribirse personas de 15 hasta jóvenes de 80 años y más

Zacatecas,(07-07-2025).- Luisa Amelia y Ana son tres amigas adultas mayores que se reúnen en casa de la primera, platican mientras tejen, a ellas se les une Panchito, profesor jubilado de la UAZ, macho enamoradizo, quien completa un cuarteto que con alegría perspicacia y humor comparten su proceso de envejecimiento no exento de abusos, maltrato a manos de sus hijas e hijos, abandono y algunas dolorosas ausencias.

Cada martes, durante años este cuarteto de la amistad se reúne a compartirse la vida, se acompañan y cargan pilas de dopamina para seguir, han tejido una sólida una hermosa red de complicidad, se conocen, se leen con la mirada, se entienden, simplemente ESTÁN.

La historia muestra con picardia cómo los adultos mayores mantienen viva la llama de la pasión con sensualidad y ganas por qué no de echarse varias canitas al aire, tanto que llega un momento en la historia que Panchito, enamorado de Amelia, a quien incluso le propone matrimonio, reconoce que le gustan también Luisa y Ana.

Durante la puesta en escena, las actrices y Panchito interactúan con el público de forma constante y amena, se hacen una pregunta clave ¿qué es la tercera edad?

Y Ana responde:”Nos podremos pintar las canas pero los años no perdonan”. Ella, la más joven del cuarteto, sentada en el sillón de pronto suelta el llanto, pues como viuda, acepta no acostumbrarse a vivir sin su pareja, en una ausencia que le aprisiona el pecho, la ahoga, pero su grupo de amistad la saca a flote, oxigenándole el alma para continuar.

Luisa tiene el rol protagónico,no solo por ser la anfitriona de la casa donde se desarrolla la obra, sino porque ella entre broma y broma, va contándole a sus amigas y al buen Panchito como sus hijos la abandonaron y uno de ellos, de quien por cierto tiene su título de licenciado como añoranza de su éxito de madre colgando en la pared de la sala, la despojó de sus bienes.

Las amigas de Luisa le preponen hablar con su hijo Luis para exigirle le devuelva sus cosas. ¡Lo que te hizo tu hijo son chingaderas!, exclama Amelia, indignada, quien además es madrina del abusador.

Ana propone colocar un desplegado en el periódico para que todo mundo se entere de lo que Luis le hizo a su madre. Y si eso no fuera suficiente, Panchito propone hacer una huelga en Plaza de Armas para que la gente y las autoridades se enteren del abuso de Luis contra su madre.

A todas estas ideas solidarias Luisa responde resignada:

-Nadie nos va a hacer caso, ni mi hijo Luis, ni el periódico, ni la televisión, nos van a tirar de a locos-

Y entonces Amelia, siguiendo con la lluvia de ideas propone crear un Comité de Personas Adultas Mayores con el propósito de desheredar a los hijos e hijas y con ése dinero, incluido el del retiro post jubilatorio cada anciano y anciana disfruten de la vida y “nos vayamos a viajar a Turquía, a europa o a donde sea!

Es tanta la tristeza de Luisa, que otro día invita a Amelia, Ana y Panchito de nuevo a su casa y sin decirles nada los recibe en torno a un ataúd en lo que la anfitriona define como su ensayo de boda con la muerte, motivo por el cual se puso un elegante vestido rojo.

Y en esa fúnebre sala, el cuarteto de la amistad a sugerencia de la anfitriona para no estar tristes bailan tango, brindan con copas de vino tinto por la vida, la amistad, el amor… Luisa conmovida brinda por la casa que la vio nacer, que primero fue de su padre y madre, después de ella y ahora es de su hijo.

-Hoy vino mi hijo a darme una muestra mas de su amor, le impactó mucho mi soledad y esto del ataúd en casa, ni tardo ni perezoso buscó un asilo donde me va a al llevar, sólo me falta recoger mi ropa y mi cepillo de dientes-, les cuenta resignada, entre llanto Luisa espera que en el asilo tenga nuevos amigos.

¿Cómo le vamos a hacer para verte? ¿te van a dejar salir? le pregunta Amelia

-Tenemos años reuniéndonos cada martes ¿Qué vamos a hacer?, pregunta angustiado Panchito.

-Pues..necesitan respetar mi voluntad y la de mi hijo, nada más recojo mis cosas y me voy, mi hijo está esperando que me salga de la casa porque ya la vendió-, responde.

Y de inmediato Ana, Amelia y Panchito le ofrecen a Luisa su casa como opción para evitar que se quede en el asilo.

“Amelia y yo queremos que usted organice nuestra boda”, le pide Panchito a Luisa.

-La vida es lo más hermoso que tenemos, pero sin libertad no la quiero-, dice Luisa entre lágrimas, frente a su ataúd…

Vejez, despertar a la libertad

Laura Lozano, protagonista de “Vida, estamos en Paz”, del dramaturgo Tomás Urtusástegui tiene 75 años, es egresada de la primera generación de la Casota de Zapata Teatro, fundada y dirigida por Guillermo Zapata hace una década.

“La finalidad de esta obra es despertar los sentimientos dormidos así como ríes, lloras, el mensaje que te llevas de esta obra es real, generalmente las personas no se dan cuenta cómo estamos, qué necesitamos cuales son nuestros anhelos”, explica la actriz.

¡No inhiban nuestra libertad, las personas adultas mayores somos libres!, exclama.

Laura cuenta que través de un anuncio se percató que La Casota de Zapata Teatro abría sus puertas y daban clases, entonces habló por teléfono y sin decir su edad, (65 años) pues temía que de hacerlo no la admitirían, “incluso fingí la voz tratando de aparentar ser más joven”, le contestó el maestro Luis Zapata a quién le preguntó las edades para entrar a clases y le dijo que la edad mínima es de 15 años… ¿y la máxima?, soltó la mujer con los nervios en la garganta y hormigueo en todo el cuerpo. “Para el teatro no hay tope de edad”, le dijo el profe. Y esa respuesta fue la puerta que le abrió a Laura un nuevo horizonte.

“El teatro da vida, da fortaleza porque el teatro te da la oportunidad de hacer todo lo que no pudiste hacer”, dice

Doña Laura gracias al teatro ha tenido oportunidad de ir a Colombia, Panamá, Londrés y Rusia. “Aquí estoy feliz y rejuvenecida gracias al teatro, ya me casé con él y no me suelto”.

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