lunes, julio 1, 2024
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El bravo Ulises

Por Gabriel Páramo///Semillero65

Ciudad de México,(27-06-2024).-Ya, desde hace muchos años, dejé de preguntarme si mi familia era normal o mis papás estaban más del lado de la locura que del de la razón, porque la respuesta no puede ser más evidente: estaban muy locos (mi papá sigue estándolo, a sus 90 años).

Mi niñez y juventud estuvieron repletas de muchas de esas locuras, que iban desde costumbres horrendas como levantarnos de madrugada, como si la permanencia del universo dependiera de que una bola de chiquillos somnolientos se metieran a bañar en horas que en la CDMX gran parte del año aún está a oscuras o casi (además, sin razón; la escuela estaba a máximo media hora caminando de la casa) hasta la idea que enamoró a mi mamá: un sacerdote holandés de la escuela a la que nos metió (yo creo que por 1964, cuando tenía seis años) le dijo: “no entiendo a las mamás mexicanas, son muy sobreprotectoras, siempre les hacen todo a los hijos y los convierten en inútiles”, y consideró que sus hijos de primero y segundo de primaria podían hacerse su propio desayuno.

La idea, propia de un hombre que había peleado de niño y adolescente contra los abominables nazis que habían invadido su natal Holanda y creía que la disciplina y la fuerza eran virtudes cardinales, se entiende, pero creo que esa idea germinara en la cabeza de una madre joven mexicana (que también creía lo de la disciplina) no es más que una muestra de la locura que bullía en la cabeza de mi adorada madre.

Sin embargo, y pese a muchos signos más de evidentes signos de locura en el hogar, y que de ninguna manera se limitaban a la disciplina materna, sino también a un papá que personificaba la muerte de Julio César a manos de los senadores y enfatizaba, a veces en latín, otras en español, el terrible: “¿Tú también, Bruto, hijo mío?”, o que podía explicarnos, paso a paso, las complejidades de Hamlet o hacer que sus hijos consideraran a las brujas de Macbeth “como de la familia”, creo que mi infancia fue muy feliz.

Mi hermano Eugenio, que además de asegurar que era marciano contaba historias fantasiosas en las que la gente terminaba creyendo, aunque tenía una veta de mucha amargura, al menos en mis recuerdos era el gran compañero de juegos. Juntos, armamos mil veces la nave “Argo” con cobijas y cuerdas en la búsqueda de Jasón y los argonautas del vellocino de oro, y una vez ocasionamos un corto circuito potencialmente peligroso cuando amarramos las cuerdas del barco a unos cables de un contacto que estaba despanzurrado (la seguridad en los años 60 era muy diferente de la de ahora)”.

Eugenio y yo sabíamos historias como la de Medusa, una de las tres hermanas Gorgonas, que con sus cabellos que eran serpientes volvía de piedra quienes la veían y Perseo puede burlarla al verla por medio de su escudo pulido, y le corta la cabeza, y para representarlo teníamos un cráneo, que mi tío Mario (más locura) regaló a mi hermano Eugenio; el cráneo lo había encontrado mi tío en alguna de las excavaciones del metro de los años 60. Ese tipo de historias, así como mucho de mitología prehispánica, eran sobre todo el departamento de mi mamá, que no creía que fuera poco apropiado que sus niños de cinco o seis años aprendieran esas historias.

Aprendí a manejar a los 26 años y siempre lo he hecho mal; pues a mi mamá, producto de su insania, no la parecía peligroso y le gustaba acompañarme en viajes por carretera. En una ocasión íbamos de regreso de Toluca a la CDMX por una carretera muy sinuosa y con fama de peligrosa, pero rodeada de boques bellísimos (hace años, no sé ahora) me dijera que pusiera la canción esa de Ulises que le gustaba. Por supuesto, se trataba de Tales of Brave Ulysses.

Y los colores del mar

Atraen tu mirada con sirenas temblorosas

Y tocas las playas lejanas

 Con relatos del valiente Ulises

Cómo sus oídos desnudos fueron torturados

Por las sirenas cantando dulcemente

Porque las olas brillantes te llaman

 A besar sus labios blancos y espumosos*

Tales of Brave Ulysses es una canción de una psicodelia culta que se inspira en la mitología griega, específicamente en las aventuras de Ulises (Odiseo). La letra, escrita por Martin Sharp, está llena de referencias míticas, que evoca los viajes épicos y las experiencias de Ulises mientras navegaba por mares desconocidos y enfrentaba desafíos sobrenaturales, como mi mamá, Eugenio y yo hicimos tantas veces.

*Fragmento de Tales of the Brave Ulysses (Clapton-Sharp, 1967) en Disraeli Gears, de Cream.

And the colours of the sea
Bind your eyes with trembling mermaids
And you touch the distant beaches
With tales of brave Ulysses
How his naked ears were tortured
By the sirens sweetly singing
For the sparkling waves are calling you
To kiss their white laced lips

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