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“Yo creí que nunca iba a poder tocar guitarra”, profe Catarino

Por Gerardo Romo///Semillero65

Jerez,(01-09-2025).- Cuando el profe Catarino Ortiz decidió dejar de ir al salón de clases tras 31 años ininterrumpidos, de él se apoderó la nostalgia y se estacionó en su alma la tristeza, que rozó en depresión.

Pero los azares de las pequeñas cosas lo hicieron llegar a La Casa del Jubilado del ISSSTEZAC, que está en el mero centro, en el terruño del poeta López Velarde, a unos cuantos pasos del Teatro Hinojosa, apenas entró, escuchó que tocaban la guitarra y quiso aprender a tocarla, aunque no pensó que lo lograría.

“Yo creí que nunca iba a poder tocar guitarra y la buena noticia es que ahí la llevo”, afirma con el asombro de quien ha visto ante sí un milagro.

“Aquí aprendí a tocar la guitarra desde cero, estar en la Casa del Jubilado y compartir el gusto por la música me devolvió el sentido de la vida, después de dejar la escuela”, reconoce el profe con una sonrisa, mientras afina su instrumento, pues está próximo a presentarse con la rondalla Voces de Jerez.

Como docente, el profe Catarino trabajó en escuelas rurales de Sombrerete y Fresnillo, también desde luego en su natal Jerez, se siente satisfecho de haber sido un instrumento para formar a niñas y niños de nuestro estado, de compartirles conocimiento y tuvieran la valentía de ser ellos y ellas mismas.

“Fui muy feliz en la escuela, quizás por eso al principio que la dejé me puse triste, como que no me hallaba, pero la guitarra me reconectó conmigo y tomé fuerza e inspiración para seguir adelante”, dice.

Y recuerda con especial cariño que en la comunidad de Chichimequillas, le pusieron su nombre a la cocina que se instaló en la escuela precisamente gracias a que él la gestionó, por qué le pusieron ése nombre tan feo?, recuerda le preguntó al alumnado de la comunidad y respondieron con sonrisas de esas que salen del corazón, así le mostraron su afecto y como las acciones por más insignificantes que parezcan cuando se hacen con convicción y sin esperar nada a cambio dejan huella.

Hoy, el profe Catarino tiene 68 años, acude desde hace 11 a la Casa del Jubilado a clases de guitarra tres días a la semana, lunes, miércoles y viernes de 11 de la mañana a una de la tarde.

¿Qué fue lo primero que aprendió aquí en sus clases?, le pregunto.

-Primero a que me regañaran-, dice bromenado y luego continúa: aprendí el tono de re en sus tres tiempos, luego el de sol y después empezamos a cantar canciones rancheras y algunas baladas.

Pero no todo con la guitarra ha sido miel sobre hojuelas, pues cuando empezaba a tocarla ahí en su casa y aún aveces ahora, en casa suele decirle la familia …¡¡¡ayyy papá, ya vas de nuevo con tu ruido!!!

Pero, acto seguido, no falta quien de sus 6 nietos le pidan que cante para ellos.

Para Catarino Ortiz la guitarra es una especie de fuente de poder, pues tocarla le permite no sólo estar activo, y lo mantiene bien física y espiritualmente, “la música es una buena herramienta para seguir adelante”.

El profe refiere con pesar que tiene compañeros jubilados que no salen de su casa y el aislamiento los hace que se enojen constantemente y enfermen, “les hace falta convivir, los hemos invitado a que se vengan a la Casa del Jubilado, pero se rehúsan, no saben de lo que se pierden”

Además, el convivir en la Casa del Jubilado con sus compañeros y compañeras de La Rondalla le ha permitido afianzar nuevos lazos de amistad, conocer gente y de pronto hasta ayudar a otros a dar sus primeros pasos en la guitarra, como consecuencia del círculo virtuoso de la sana convivencia.

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