Especial Evodio Cabral Vera///Semillero65
Jerez.(16-05-2024).-No es difícil recordarlo en aquellas concentraciones de campesinos, a finales de los años 80 e inicios de los 90, liderando a su comunidad y saludando a los muchos amigos que cultivó, sobre todo en el agro; respetado también por la clase política de su tiempo.
Hombre paciente y prudente, más que hablar escuchaba; en ese tiempo aún era muy fuerte, a pesar de que ya estaba en la tercera edad y siempre reflejó, con humildad y orgullo, el constante trabajo del campo y el amor por la tierra.
La semana que concluye, don Manuel García Cid, acaba de arribar a los 101 años de vida y para su familia fue motivo de gran fiesta; ahí estuvieron para celebrarlo sus hijos Hortensia, Rebeca, Jesús, Manuel, Javier y Misael, a la distancia y a través de la tecnología, Moisés y desde el cielo su esposa y su hija Elva; además disfrutó del acompañamiento de sus hijas e hijos políticos, nietos y bisnietos, vecinos y su primo hermano Arturo Quezada García, invitado especial.
Las flores naturales que adornan su hogar, el verde pasto, la refrescante sombra de los añosos árboles y la diversidad de frutos en el huerto casero, son apenas un reflejo del amor con el que ha dedicado gran parte de su vida al campo y a su familia.
Fue ahí en su ambiente doméstico, donde partió el pastel de su aniversario y donde con extraordinaria lucidez, solicitó al trío las melodías de su gusto, “Mil años”, se escuchó decir de su ahora débil voz y los músicos no esperaron a complacerlo, mientras el festejado, con su mirada dirigida hacia un punto que sólo él parecía comprender, escuchaba atento y por algún momento movía ligeramente los labios, como si su silencio cantara.
Igual disfrutó, con sus propias manos, de los ricos tacos de adobada y la dulzura de un agua de horchata, al tiempo que con voz baja pero entendible, agradecía a todos aquellos que aceptaron la invitación para estar esa tarde en su casa, con el objeto de festejarlo.
Uno de los momentos emotivos, fue cuando su hijo Misael García, reseñó en forma breve su vida, que comenzó el 9 de mayo de 1923 en la ciudad de Jerez, en la casa paterna ubicada en la calle Constitución; sus pocos estudios los realizó en la emblemática Escuela Tipo, donde cursó hasta el tercer grado, suficiente para aprender a leer y escribir y el primordial manejo de los números, en lo que, con los años sería su vida productiva.
Huérfano de padre a temprana edad, recibió con su madre y hermanos, el cobijo de sus abuelos maternos y con la familia se trasladaron a la comunidad Bajío de Clara, población aledaña a lo que hoy es su casa, Los Félix. Un día tuvo la necesidad de emigrar, para procurar un mejor futuro y sus incasables brazos sirvieron para distintos trabajos en Texas, Arizona y California.
Una vez pensionado, retornó Jerez, se hizo de sus propias tierras y siguió abriendo surco, para contribuir a la producción del país; pero su mayor éxito, radica en haber formado una familia, mantenerla con buenos hábitos y, sobre todo, unida, señaló su hijo Misael, quien concluyó su discurso diciendo, “aquí está a mi lado un hombre recio, de carácter fuerte, con virtudes y defectos, amante de la naturaleza, viviendo en este lugar lleno de flores, como el paraíso que una vez soñó. ¡Gracias por ser nuestro papá!”
