Por Gerardo Romo///Semillero65
Zacatecas,24-03-2024).-Una vez le preguntaron a Borges, pasados sus 80, qué pensaba de la vejez. contestó que para él era una forma de soledad; pero en Zacatecas las y los adultos mayores hicieron de su vejez, aunque fuera por un instante tiempo de alegría, compañía y recuerdos que acarician el alma, mientras escuchaban a la Orquesta de La Provincia de Beto Díaz.
Con Volver a Empezar un clásico de Glen Miller, don Javier recordó como en un baile hace más de medio siglo se reencontró con su Prieta luego de algunas desavenencias, “bailamos de cachetito y al poco tiempo nos casamos”. De ése reencuentro nacieron una hija y dos hijos, uno de ellos quien escribe. Cómo no acompañar a papá y disfrutar de las pequeñas diosidencias musicales que en buena parte me dieron vida.
Según Schopenhauer, la vejez, es extinción de pasiones y deseos, pero en la pista de baile de Plaza de Armas ni el gélido y fuerte aire pudieron evitar que don Carlos Rodríguez pudiera con su pareja intercambiar cadencia, tenue coquetería y el danzón que hace a la pareja mimetizarse. Don Carlos tiene claro que para él la vejez a sus 79 años es una chulada y por tanto Schopenhahuer con toda su inteligencia estaba en un error.
Sonia tiene 78 años, y desde su silla de ruedas, enrolladita en un gabán no se mueve a pesar de que resuenan unas canciones del legendario Dámaso Pérez Prado. De pronto a la mujer, su hija le pasa una coca cola y de inmediato Sonia se anima, levanta los brazos y el área destinada a personas con discapacidad. “No le gusta el agua, prefiere la coca”, dice la hija de Sonia feliz de ver a su madre contenta.
“Qué bonita música, me pone feliz ver a tantos viejitos y viejitas felices, bailando como yo”, dice la bella anciana quien me hacer recordar lo que Céfalo le diría a Sócrates cuando éste le pregunta como vive en el umbral de la vejez quien le responde que acostumbra reunirse con los de su edad porque según el proverbio a los pájaros del mismo plumaje les gusta estar juntos.
Y si, las y los adultos mayores de Zacatecas se han reunido con su bello plumaje de arrugas en Plaza de Armas para recordarse a sí mismos como grupo que tienen derecho al disfrute, al gozo y que la cultura también debe tomarlos en cuenta no sólo durante dos semanas de Festival Cultural sino todos los días.
Durante 90 minutos la orquesta de Beto Díaz tocó canciones de Ray Connif, Glen Miller, Las Grandes Bandas, danzones, y hasta se dieron tiempo de hacer dueto con marichi para tocar popurris de íconos de la música nacional domo José Alfredo Jiménez y Juan Gabriel.
¡”Arriba Fresnillo”!, gritaban jubilosos los paisanos de la orquesta.
El escritor italiano Norberto Bobbio nos recuerda que el mundo de los viejos, de todos los viejos, el mundo de la memoria, de lo que has pensado, amado, realizado. Los ancianos, las ancianas, dice son “lo que recuerdas”.
“Que te sea permitido vivir hasta que los recuerdos no te abandonen y que tú, a tu vez, puedas abandonarte a ellos”, desea el escritor.
Al salir de la mega pista de baile en que se convirtió la plaza principal de la ciudad, Samanta y Luis Humberto con 42 años de vida sueñan con seguir tejiendo juntos experiencias dignas de ser recordadas, como la manera en que se conocieron, los 4 hijos que nacieron y los 6 nietos y nietas con quienes suelen comer al menos cada domingo.
Este baile concierto será digno de ser recordado por la alegría que produjo en sus protagonistas.
“Estábamos listos para bailar con ustedes hasta las 11 de la noche”, dijo Beto Díaz junior a su audiencia mayoritariamente de adultos y adultas mayores que se quedaron con las ganas de seguir bailando, pero debieron cortar el concierto a los 90 minutos para no interrumpir la misa nocturna del Domingo de Ramos.
“Traíamos pila para otras dos horas, apenas estábamos calentando motores”, dicen entre broma y en serio Luis y Alondra, una pareja con 45 años de casados que llegaron desde San Luis Potosí para estar en esta pista de baile única.
